Inocentes.

Nos han mentido, y unas mentiras han sido más graves que otras. Pero lo que han hecho con los más pequeños es algo peor que un error de cálculo o una mentira, es un crimen y deberían pagar por ello.

Los políticos, sus voceros de la prensa, las “autoridades sanitarias” y los denominados “expertos”, han mentido, es un hecho, no hay discusión posible al respecto. No es que hayan cambiado de paradigma, ni han auto-corregido o adaptado su discurso ante nuevos datos, eso son burdas excusas, han mentido, hay que decirlo alto y claro. 

Ellos mismos lo saben pero no pueden reconocerlo sin dañar su imagen de “figura de autoridad”. De modo que han instrumentalizado el prestigio de la ciencia para cancelar, etiquetando como "negacionismo", cualquier crítica a sus mentiras, errores y meteduras de pata.

Podemos discutir en qué momento, si mintieron antes de marzo o a partir de marzo. O dudar sobre si merecen nuestro voto de confianza a pesar de todo. ¿Confiamos en que alguien que ha mentido una vez en el pasado no nos va a mentir ahora?

Como afirma una popular frase "La primera vez que me engañes, será culpa tuya. La segunda será culpa mía", especialmente si el mentiroso en cuestión es uno de esos vulgarizadores que en lugar de reconocerlo proyecta su culpa o su complejo de inferioridad hacia los demás con insultos o descalificaciones.

Digamos que hay dos posiciones o "dos bandos", da igual como los llames, el bando "científico" contra los "magufos", "negacionistas" contra "realistas", "alarmistas" contra "optimistas", o "covidiotas" contra "sologripistas". Independientemente de como te sitúes en ese espectro, te han mentido.

Si aceptas la actual narrativa alarmista y crees que "la covid" es algo equiparable a una peste medieval, a la llamada “Gripe Española” o propio de una película apocalíptica. Si consideras que los confinamientos estaban justificados y las restricciones de libertades civiles y derechos fundamentales han sido proporcionados, pues has visto en primera persona los cadáveres amontonándose por las calles, pero no en la televisión sino en tu barrio, y hordas de zombies infectados te han atacado cuando ibas a comprar el pan. En ese caso, tienes que creer necesariamente que los “expertos” y “autoridades” -al menos aquellos que los periódicos y agencias de prensa presentaban como tales-, mintieron antes de “el cambiazo”.

La única conclusión posible ante tales premisas es que mentían cuando afirmaban que el coronavirus era menos grave que la gripe, que el alarmismo era peor que cualquier pandemia, o que “el machismo” mataba más que el coronavirus. Entonces ¿Por qué deberías creerles ahora cuando dicen que no es como la gripe, que es un virus sin precedentes, la enfermedad más grave a la que nos hemos enfrentado nunca, y que hay que estar constantemente aterrado, asustado y alerta?

En caso contrario, si consideras que antes del “cambiazo” se permitían decir verdades como que hay más un pandemia de miedo que una de virus, y que desde entonces han estado mintiendo, inflando el problema por oscuros intereses, se han dejado llevar por la histeria colectiva, o son presionados a decir lo políticamente correcto bajo un nuevo régimen ideológico, enhorabuena, estas entre los "negacionistas" y nadie te tiene que convencer de que han mentido, eres una de esas criaturas peligrosas que ha perdido la confianza en los gobiernos, las instituciones y la industria farmacéutica.  

Pero tranquilo, no deberías tener en cuenta cuando te califican de “negacionista”, o de “ignorante” que “desprecia los hechos” y “rechaza la ciencia”, pues ellos mismos serían “negacionistas pre-marzo”, y esas acusaciones forman parte una estrategia de culpabilización social para ocultar sus propias mentiras, fallas, sesgos, deficiencias y errores.

 

Negacionistas "pre-marzo"

 

Da igual en cual de las dos posiciones te sitúes, deberías estar indignado contra ellos, no contra tus semejantes, tus amigos, tus familiares, tus conciudadanos, los jóvenes que hacen "botellón", o cualquier otro enemigo del pueblo que haya inventado el ministerio de propaganda. Hay motivo para indignarse. 

 

Del negacionismo al renegacionismo.

Virólogos en etapa "negacionista".

Virólogos: El alarmismo hace más grave de lo que es el coronavirus de Wuhan




Albert Bosch ha permanecido callado desde entonces, o quizá no le han dejado hablar. Veamos otro caso.

Otro virólogo en etapa "negacionista".

Si la gripe se llamara coronavirus estaríamos todos con escafandra

 

Agustín Muñoz Sanz si habló después del “cambiazo”, y pasó a su etapa "renegacionista", es decir, que renegó de todo lo que había dicho hasta el 8m.

En las próximas semanas veremos a jóvenes en las UCIs y fallecidos por Covid-19
 

En la narrativa renegacionista aparece pronto este patrón: la fijación con los niños y los jóvenes. 

 

Inocentes.

Ya hemos hablado bastante de los culpables, hablemos ahora de estas víctimas inocentes que, por alguna razón, tal vez por vergüenza propia y ajena, apenas se han tenido en cuenta. El daño que se ha hecho a los niños, los adolescentes y los jóvenes ha sido atroz y sus consecuencias físicas y psicológicas están aún por determinar. 

Criminalizar a la juventud por hacer botellones, ir a un concierto o por divertirse, es decir hacer vida normal de persona joven, ha sido algo malo, pero ¿Qué clase de perversión hay detrás de lo que se ha hecho con los niños pequeños?



La mentira más perversa y peligrosa producto de la histeria colectiva generada alrededor del Covid-19, ha sido aquella con la que han atacado a los niños: culparlos de los contagios y las muertes de sus abuelos y personas queridas, incluso amenazarlos con la muerte si no se ponen una estúpida mascrilla.




Y qué decir del maltrato infantil institucionalizado, permitido y aprobado por los padres, que supone el haberlos sometido a un  arresto domiciliario camuflado bajo el título de “confinamiento”, que los ha aislado durante meses en casa sin permitirles salir al parque a jugar o tener contacto con otros niños. Ha sido duro para los adultos, ¿nadie ha pensado como de duro ha sido para ellos? 

Tratarlos como "vectores de contagio" en lugar de tratarlos como niños es a todas luces un tipo de abuso psicológico. Sin ningún motivo ni base científica, se los ha considerado peligrosos “supercontagiadores” portadores de enfermedades letales para quienes le rodean. 

 Los niños suponen un riesgo muy elevado de propagación de la epidemia



Menudo psicópata, justificando la tortura infantil mediante aislamiento, pobres alumnos y pobres los pacientes que caigan en sus manos. Aunque fuera verdad ¿Qué clase de persona adulta sacrifica a sus propios hijos por miedo a morir? ¿Qué clase de sociedad acusa a niños de trasmitir enfermedades y los tortura por ello? 

 

Acusar a los niños de ser peligrosos "supercontagiadores" ha sido el peor aspecto de la histeria colectiva del 2020, es equiparable a acusarlos de brujería.

Los niños no son supercontagiadores, no se infectan en la misma proporción que los adultos ni sufren los síntomas graves de la enfermedad. Todo lo contrario, son la clave para eliminar cualquier epidemia emergente, ya que su sistema inmune esta mejor equipado que el de los adultos para responder a nuevos virus. 

Mintiendo voy, desmintiendo vengo 
Por el camino, yo me entretengo.


 

El uso indiscriminado de mascarillas, que por ineficaces, molestas y perjudiciales para la salud son difíciles de justificar para un adulto sano, no tiene justificación alguna  en el caso de los niños, sobre todo durante periodos prolongados de tiempo o mientras juegan o hacen deporte.

¿quién puede concebir algo tan perverso? Ellos  verdaderamente son los más vulnerables ante la histeria hipocondríaca de los adultos ¿Por qué no hay más gente indignada pidiendo la cabeza de políticos, periodistas y autoridades sanitarias?

No hay excusa posible, ni siquiera una enfermedad realmente grave justificaría el abuso infantil generalizado. Pero es que además ¡no había motivo! Los datos de mortalidad reflejaron muy pronto que el virus atacaba de forma desproporcionada a una franja de edad muy concreta: los ancianos.

Los niños y las personas jóvenes y sanas prácticamente no corren riesgo de morir, y así lo han demostrado los hechos: según datos del INE en 2020 ¡apenas ha muerto nadie menor de 40 años a causa del brote de covid-19!


Lo mismo reflejan los datos EuroMomo, que registran el exceso de mortalidad en Europa.

 


Entre 0 y 14 años la mortalidad ha sido normal durante el 2020. Por alguna razón EuroMomo considera que es lo mismo morir con 14 años que con 44, y clasifica toda esa franja de edad en el mismo conjunto. Como vemos el exceso de mortalidad hasta los 44 años ha sido tambíen baja y se ha mantenido dentro del rango normal casi todo el tiempo. 

La terrible "pandemia" no ha existido para menores de 44 años. Sin embargo, han sufrido las peores consecuencias de los confinamientos y el resto de medidas ineficaces,  absurdas, desproporcionadas, anticientíficas, e innecesarias, como demuestra el éxito de Suecia.

Si aún no estás enfurecido pidiendo la cabeza de alguien ahora mismo, deberías empezar a hacerlo ahora.

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