Esto es que entran dos personas en un ascensor y la razón, que va en medio, se cae. No estamos en la cúpula del trueno precisamente -dos entran, uno sale, ya saben-, ni perdidos en el páramo, estamos en Dublín, año 2011, en un hotel en el que se acaba de celebrar una convención atea. A una de estas personas, hombre para más señas, se la conoce hoy por hoy únicamente como "el tipo del ascensor", nada más se sabe de él. La otra persona era la pizpireta Rebecca Watson fundadora del blog Skepchick, que unas horas antes había dado una breve charla sobre "ateísmo" en la convención. Según la versión de Watson, la única disponible, el tipo del ascensor la reconoció y le dijo:
"no me malinterpretes, pero te encuentro interesante y me gustaría que habláramos más, ¿quieres tomar un café en mi habitación?"Un hombre invita a una mujer a tomar café en un ascensor y luego... nada, eso es todo. El horror, el horror, yo abrazo el horror.
¿He dicho que la charla de Watson era sobre ateísmo? bueno, más o menos. Donde dije "charla" quería decir sermón y donde dije "sobre ateísmo" quería decir sobre "el sexismo y la misoginia que invade la comunidad atea". Rebecca Watson que se define a sí misma como atea y escéptica, puede no creer en dios, tal vez no crea en lo sobrenatural, pero se adhiere a un conjunto de creencias tan infalsables como las de cualquier religión, una ideología maniquea que describe el mundo como la eterna lucha entre las fuerzas de la luz y la oscuridad, con una fuerza invisible y omnipresente, fuente de todo mal "el patriarcado", y una fuerza incuestionable origen de todo lo bueno "la igualdad". En definitiva, lo que hemos llamado una ideología Depredador, un sistema irracional de creencias al que le añades un avanzado sistema de camuflaje.
A Rebecca Watson le gusta dar sermones cargados ideológicamente haciéndolos pasar por profundas reflexiones escépticas, el café no le gusta tanto parece ser, pero dar sermones sí. De modo que subió un vídeo a su canal de YouTube en el que contaba, entre otros asuntos, la experiencia que había sufrido en el ascensor infame, para amonestarnos por nuestras actitudes sexistas con un "tíos, no hagáis eso".
Como decíamos en la entrada anterior, las ideologías Depredador no apelan a entidades sobrenaturales, pero son como las religiones en el sentido de que sacrifican el realismo objetivo en el altar del realismo práctico. Aquí tenemos un buen ejemplo. En su visión del mundo, distorsionada por la lente de la ideología de género ortodoxa, el tipo del ascensor con su educada propuesta de continuar una conversación amistosa junto a una taza de café, era para Rebecca Watson un acosador misógino que la trató como un objeto sexual, la amenazó, la asustó y la hizo sentir incómoda. Era la confirmación de todo lo que había estado hablando en su charla: que la comunidad atea y escéptica es hostil a la mujer y está inundada de sexismo. Que vivimos en una "cultura de la violación" de la que forman parte incluso las personas ateas y racionales que se precian de ser impertinentes.
La charla mencionada también está disponible en YouTube en el canal de uno de los organizadores del evento. En el vídeo podemos ver a Rebecca Watson soltar sus diatribas junto a Richard Dawkins. Nos habla de que hay pocas mujeres en la comunidad atea, y que esto se debe a que vivimos en una sociedad patriarcal, donde la misoginia no es algo relegado a la derecha conservadora y a la religión, sino un problema estructural que afecta en gran medida a ateos y escépticos. Para ella la comunidad atea es tan "terriblemente sexista" como cualquier comunidad religiosa. Las únicas pruebas que ofrece para respaldar estas afirmaciones son su testimonio, sus sentimientos, y algunas evidencias anecdóticas en forma de "correos de odio" y comentarios sexuales en sus vídeos y artículos.
Todo escéptico sabe que la evidencia anecdótica no es evidencia en absoluto, que lo único que una persona racional debe tener en cuenta son los datos, crudos, fríos, crueles e insensibles datos. Recibir "correos de odio" es desagradable, te hace sentir mal, es fácil entenderlo porque apela a las emociones. Pero para demostrar que hay problema de "profundo desprecio a la mujer" en la comunidad atea debes presentar evidencias, pero evidencias reales. Todas las afirmaciones, y no solo las extraordinarias, requieren pruebas. A una ideología Depredador no le importa esto, le interesa más confirmar su narrativa que buscar la verdad, a diferencia del pensamiento crítico, su fin último es obtener un beneficio práctico, no describir la realidad de manera objetiva.
Por ejemplo, según un estudio sobre acoso virtual realizado por el PewResearchCenter, tanto hombres como mujeres lo sufren, pero de manera diferente.
Si analizamos estos datos, vemos que es cierto que la mujer en Internet recibe mayor acoso sexual (7%) que el hombre (4%), pero los hombres reciben más amenazas físicas (10%), más insultos (32%), y son avergonzados públicamente en más ocasiones (24%), ¡que se lo digan al tipo del ascensor! aún se debe estar arrepintiendo de aquel día en que su vida se cruzó con la de Rebecca Watson, a la que no le bastó con rechazarlo una vez en privado, tenía que seguir rechazándolo, parecía disfrutar al humillarlo públicamente y de manera continuada. Y encima la víctima es ella.
Tal vez la comunidad escéptica y atea es un caso especial, un imán para sexistas, donde el acoso virtual dirigido únicamente a la mujer tiene una incidencia mayor que en otras comunidades, incluso mayor que en comunidades religiosas, pero esto es una afirmación extraordinaria y requiere pruebas extraordinarias. Claro que para Rebecca Watson Los sentimientos subjetivos de Rebecca Watson pesan más que cualquier dato objetivo. Ella no tiene que demostrar nada, dice "esto es así" y punto.
Es probable que la sangre no hubiera llegado al río si la cosa hubiera terminado aquí, en la habitual polémica algo acalorada de Internet con opiniones a favor y en contra. Entre las opiniones contrarias, Stef McGraw, una joven y entusiasta atea, estudiante en aquel momento de la Universidad de Iowa (UNI), que publicó un artículo cuestionando que el "evento del ascensor" tuviera algo que ver con la "objetivación sexual", y diciendo que no tiene nada malo que una persona muestre interés por ti. Pocos días después de esta publicación, Rebecca Watson estaba invitada a dar otra "charla", precisamente en la misma universidad a la que asistía McGraw.
Bajo el pomposo e hiperbólico título de "La derecha religiosa contra cada mujer en la tierra" prometía tener tanto de mitin como de sermón, pero fue un poco más allá. Aquí fue donde además de repetir la conocida letanía "grave problema de sexismo endémico en el movimiento ateo y escéptico, etc.", y volver a insistir en el "evento del ascensor", aprovechó para atacar personalmente a Stef McGraw y a todas las mujeres ateas y escépticas que se atreven a cuestionar el evangelio feminista, señalándolas como culpables de la escasez de mujeres activas en la comunidad.
Porque según Rebecca Watson el problema del "sexismo" no era algo exclusivo de los hombres y "hay un serio problema con las mujeres. Particularmente, mujeres jóvenes que no saben nada de feminismo, y no quieren aprender", y puso como ejemplo el artículo de Stef McGraw, llamándola "ignorante" que "repite como un loro el pensamiento misógino habitual".
Para concluir nos decía que: "Desde que empecé en Skepchick, he oído de mujeres que no asisten a eventos como este por aquellos de vosotros que tenéis esta actitud. Están hartas de ser objetivadas, incluso violadas en realidad; bastantes de ellas han sido violadas, o asaltadas sexualmente de alguna manera."
Esto ya dejaba de tener gracia si es que alguna vez la tuvo, ahora no se trata de polémicas virtuales, de sentimientos de incomodidad en un ascensor o de disputas entre blogueros, aquí Rebecca Watson estaba hablando de delitos graves, lanzando acusaciones que no se deben hacer a la ligera, y todo ello únicamente en base a cosas que "ha oído". Una ejemplar muestra de escepticismo.
Fue en este momento cuando la cosa alcanzó la escala de "batalla campal", una mezcla entre Yihad Butleriana y "caza de brujas", que debilitó profundamente tanto la unidad como la credibilidad de la comunidad atea, y en la que incluso los pioneros del nuevo ateísmo como Richard Dawkins o Sam Harris, antes admirados y respetados, eran acusados de ser "privilegiados promotores del sexismo, apologistas de la violencia sexual y la violación".
Es evidente que nada de esto sirvió para reducir el "problema" de la escasez de mujeres en el activismo ateo. Depredador arrasa con todo, es imparable y mira únicamente por su propio interés, aunque se camufle de bellos ideales como "la lucha por la igualdad" o "el bienestar de la mujer". No parece que a Rebecca Watson le importara mucho el bienestar de Stef McGraw al fin y al cabo.
Quizá el misterio es que no hay ningún misterio, que hombres y mujeres no tienen por qué compartir las mismas aficiones o intereses, por tanto no importa la cantidad de mujeres ateas sino la calidad. El fanatismo igualitario en su afán de convertirnos en una masa amorfa indiferenciada ve un gran problema donde solo hay una cuestión de gustos diferentes.
Viendo cómo se desarrollaron los hechos tras el "ElevatorGate" y sus consecuencias, alguien podría llegar a pensar que el fin último de Rebecca Watson, no era atraer mujeres ni animarlas a unirse al movimiento escéptico, sino todo lo contrario, ahuyentar a posibles competidoras, sobre todo si son jóvenes y atractivas, alejarlas de su terreno para seguir siendo el centro de atención, en un ejercicio instintivo de competitividad intrasexual femenina.
Las mujeres, según parece, compiten por sí mismas, maniobrando agresivamente para conseguir una posición en la batalla para asegurarse un macho idóneo.En este caso, hablando mal de la comunidad escéptica, e intentando convencer a otras posibles activistas de que cualquier mujer que defienda públicamente el pensamiento racional y el ateísmo, estará arriesgando su vida y tendrá que enfrentarse a la hostilidad de los hombres, al sexismo endémico e incluso a la violación.
De acuerdo con la teoría evolucionista, la competencia intrasexual afectará principalmente a aquellos rasgos que resultan atractivos para el sexo opuesto. Los hombres intentan humillar a sus rivales despreciando sus capacidades físicas y económicas, mientras que las mujeres critican la edad, apariencia y carácter de sus oponentes.
Basándonos en el pionero trabajo de David Buss, los investigadores canadienses Maryanne Fisher y Anthony Cox descubrieron hace unos pocos años dos tácticas adicionales comunes empleadas en la competencia intrasexual: manipulación de la pareja y manipulación del competidor. La manipulación de la competencia es análoga a argumentar que una película no vale la entrada. Esto se puede lograr hablando mal de la película.
Continuaremos hablando en siguientes entradas con las secuelas del "ElevatorGate" y su impacto en la comunidad atea si los Dioses de Kobol nos son propicios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hay un niñito tullido en el hospital que te pide que comentes, lo sé porque lo tullí yo mismo para que te inspirase.