La ciencia y sus fulanos.


Nos dice Ignacio López-Goñi en una reciente entrevista que la política ha prostituido la evidencia científica. ¡Por fin alguien lo reconoce!

 

 

Si bien los políticos no hubieran podido hacer nada sin sus cómplices necesarios: los sicarios de la prensa, los "verificadores de datos" al servicio de oscuros intereses privados,  algunos "científicos" servidores del poder, hierofantes del algoritmo y otros miembros de la Sagrada Orden del modelo matemático, escépticos en movimiento y paladines de la cruzada contra el bulo,  divulgadores científicos y cierta "influencer" gatuna que se hace pasar por divulgadora.  Todos estos fulanos son culpables de algo peor que prostituir la evidencia científica: han convertido a la ciencia en la Gran Prostituta de Babilonia, que cabalga encima de una bestia con 7 cabezas y 10 cuernos.

"La ciencia",  si se nos permite continuar la prosopopeya, no tiene la culpa. La culpa es de los fulanos -y alguna fulana-.  Una "mafia" que la ha obligado por la fuerza a prostituirse en contra de "su voluntad" a base de propinarle palizas a diario. Es a ellos a quien hay que condenar, señalar y denunciar. A los que corrompen o instrumentalizan la investigación científica, ya sea por acción o por omisión. 

Por ejemplo, el mismo Lopez-Goñi. 

Como la política corrompe la ciencia, López-Goni quiere convertir a la OMS en un nuevo poder ejecutivo global no sometido a ningún proceso democrático, un nuevo poder "sanitario" legitimado no se sabe bien como y que  nadie ha votado.  Dar aún más poder la OMS  del que ya tiene ¿Que podría salir mal? De todas formas ya es de facto, una de los principales brazos políticos de la globalización,  López-Goñi propone hacerlo oficial.  Luego hablamos de prostitución en nombre de la política,  mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. Esto es politizar y corromper la ciencia.

Y López-Goñi sabe bien de ciencia pervertida,  parafraseando al Sr Burns, la ha pervertido  él mismo para... "inspirarnos". 

 

 

El antes y después de "el gran cambiazo".

Veamos otro artículo de López-Goñi titulado "El coronavirus más mediático". Se publicó en abril de 2020 aunque da la sensación que esta escrito mucho antes, ya que no se menciona en ningún momento los confinamientos que sufríamos entonces, tiene ese tono conciliador y tranquilizador propio del panorama político-mediático anterior al "gran cambiazo del 9 de marzo", y se hace eco de noticias de esa primera etapa:

La relación entre una «ciencia exprés», que comete errores por las prisas, y una sociedad hiperconectada, en la que la información (contrastada o no) se difunde a un ritmo vertiginoso, es, cuando menos, difícil. Si las cosas no se hacen bien, corremos el riesgo de promover otra «pandemia», de alarma y desconcierto, que poco ayuda a gestionar la crisis real.

 

En aquella época todavía se publicaban cosas así. Que la enfermedad llamada  Covid-19 tiene mucho de fenómeno mediático, que hay que evitar el pánico y la alarma excesiva, y  que que la aparición de nuevas cepas "más contagiosas" es un proceso completamente normal en los virus y que es algo bueno, ya que significa que el virus está mejor adaptado al ser humano y por tanto se convierte en menos letal. 

En la naturaleza rara vez se encuentran virus muy contagiosos que a la vez sean muy letales, gracias a eso que llaman evolución, ya saben, esa teoría que  estos fulanos solían divulgar para que la gente común la conociera y respetara.

Algo que deberían dejar claro todas esas noticias con las que ahora nos asaltan  sobre cepas indias,  británicas, brasileñas, del municipio de Lepe y de un pueblo entre Córdoba y Málaga que se llama Arjote donde están las cepas más brutas del mundo. Ahora cada mutación es "más contagiosa que la anterior pero menos que la siguiente" y cada "nueva cepa" que se descubre sirve para lanzar mensajes alarmistas para aterrorizar a la población. 

Cuando nuevas mutaciones hacen un virus más contagioso significa que la letalidad del mismo va menguando. Aquí lo explica correctamente:

¡El coronavirus muta!

Hace unos días fue portada de algunos medios de comunicación que el coronavirus en Brasil había mutado «¡tres veces!». Mutante es una palabra que asusta a mucha gente. Se piensa que un mutante es un ser perverso y siempre malo. Que si el virus muta, será que se está haciendo más virulento.

Pero es que resulta que los virus mutan permanentemente. Viven mutando. Cuando hablamos de virus no estamos refiriéndonos a un solo individuo, sino a una población. A miles de millones de individuos que se están multiplicando a una velocidad vertiginosa. Una preparación de cultivo de virus puede contener fácilmente 10.000 millones de partículas víricas por mililitro. Además, en constante mutación. (...)

En efecto, el SARS-CoV-2, como todos los virus, muta. Y lo más probable, si lo comparamos con otros eventos anteriores, es que esa constante mutación haga que el virus se adapte mejor a su hospedador, nosotros, y se vaya haciendo cada vez menos letal (causando síntomas más leves) pero se propague mejor. Eso es lo que al virus le interesa.

 

Finalmente concluye:

tendremos que aprender a comunicar y compartir ciencia en tiempos de crisis, si no queremos generar una angustia y pánico innecesarios.

 

¿Angustia y pánico innecesarios? ¡como se atreve a restar importancia a la gravedad de la enfermedad! ¡Es necesario vivir en constante angustia y pánico!

Así ha sido al menos desde "el gran cambiazo",  porque hasta el mismo 8M era todo lo contrario, el peligro era el excesivo "alarmismo", y el cacareado "machismo" era más peligroso que el covid19. 

 

De la Diosa Razón a la Gran Prostituta.

Una traición así se entiende de los políticos pero ¿por qué divulgadores y científicos se prestaron a alimentar la narrativa del pánico y la "pandemia de miedo"? abandonar la razón, la lógica, la ética y el sentido común, para convertir la ciencia en "la gran ramera" al servicio de los estados, los intereses políticos, de la globalización y la avaricia de la industria farmacéutica.



Antes del 9 de marzo de 2020 era más propio escribir  "diez buenas noticias" sobre el coronavirus y mandar mensajes de calma y sosiego. Ese es el camino correcto. ¿Por qué lo abandonaron?


Incluso se podía decir la verdad sobre las mascarillas.



Poco a poco fue cambiando la narrativa, con discursos para justificar "medidas".


 

Atención a esta parte de la entrevista:

 

Pasado el "gran cambiazo"  del 9 de marzo lo que tocaba era dar  diez razones para mantener "la pandemia del miedo".  Ahora sí, la situación era muy preocupante, y todo era malo.

Menos mal que López-Goñi, al no ser epidemiólogo,  desconocía que velocidad de aplicación  de las medidas era la adecuada. Porque aquí parece tenerlo muy claro.

Si te engañan una vez, la culpa es del que engaña, si te vuelven a engañar, la culpa es tuya ¿Qué legitimidad tiene estos fulanos que han mentido antes y siguen mintiendo ahora? ¿Fracaso colectivo? En vez de reconocer sus propios errores, o explicar a qué vinieron sus cambios de "narrativa", nos culpa "colectivamente" a todos. ¿Y Lopez-Goñi no tiene aquí culpa de nada? Lo que ha ocurrido en España no es un fracaso colectivo, es el fracaso de su "colectivo".

Culpa a los políticos, en eso estamos de acuerdo.  Pero en vez de culparlos por el abuso sin justificación al que nos han sometido los culpa por su "falta de contundencia" en una muestra de infame memoria selectiva y cinismo repugnante. 

Es justo al contrario. Las medidas tiránicas absurdas y sin fundamento científico como los confinamientos y las mascarillas obligatorias, impuestas por los políticos y justificadas por los fulanos han multiplicado el problema como demuestra el éxito de países donde no las han aplicado como Suecia. La supuesta cura ha sido peor que la propia enfermedad.

Aplane su curva, fulano. 

Aplanemos la curva de mentiras y mentirosos. De políticos y sus esbirros. Es la curva más peligrosa. La curva de los fulanos.


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